Vivir es pasar
Habitar es permanecer
Vivir es desear pero el deseo es más largo que la vida.
Habitamos un cuerpo. Y el cuerpo habita la casa. El alma va más allá: deambula en busca de compañía:
—Vecindades—
El deseo con vocación de eternidad, condenado a fracasar.
Siempre.
Casa–corrala: casa de muchos cuerpos, hecha de rumores y caricias, ecos de juegos, suspiros, también quejas, pasos, a veces huellas, miradas, palabras que ayudan o hieren. Silencios. Compañías y soledades: ambas en abrazo.
Fotografiar la fotografía, ¿paradoja? ¿Acaso es posible recordar el recuerdo?
¿A qué perdurar? Dice el haiku:
Un mundo de rocío
Tan solo es un mundo de rocío
Y sin embargo…